En la violencia que puede manifestar una persona agresiva subyace el miedo e inseguridad que sintió de niño ante la crianza de un padre abusivo. El sujeto adulto adoptó esa personalidad del padre agresor pero se sabe débil y asustado. Un acompañamiento terapéutico permitirá su rehabilitación y mejorará la calidad de sus relaciones interpersonales.
Los agresores, tanto varones como mujeres, suelen venir de hogares violentos y padecen trastornos psicológicos. La mayoría, asimismo, tiene tendencia al consumo desmedido o abuso de alcohol y drogas, lo que produce que se potencie su agresividad.
Este perfil se completa con una personalidad caracterizada por la inmadurez, la dependencia afectiva, la inseguridad, la inestabilidad emocional, la impaciencia y la impulsividad.
Otras características de estos sujetos es que manifiestan su violencia sólo con las personas que aman y son propensos a amenazar con cuchillos y armas de fuego ante situaciones en las que se sienten superados.
También es habitual que exijan a sus parejas que hagan lo que ellos quieren, sean celosos y tengan temor al abandono. Suelen privar a sus parejas de la independencia mediante un accionar reiterado de vigilancia y ataque público o la reacción agresiva con ademanes amenazantes ante una discusión.
El tratamiento psicológico en los agresores tiene un rol fundamental para su rehabilitación. El control de la ira y de la agresividad requiere de técnicas específicas para cada sujeto y situación, por lo que la atención de un terapeuta especializado en esta temática será muy importante para el mejoramiento de las relaciones sociales del agresor.