San Vicente .: La semana pasada, la Dirección de Bromatología municipal comenzó una campaña para detectar y sancionar a quienes produzcan y comercialicen panificados en forma clandestina. Esta dependencia municipal estima que un 45 por ciento del pan que se vende en el distrito es fabricado en lugares no habilitados.
Tras la conformación del Centro de Empresarios Panaderiles Sanvicentinos (CEPS), esta entidad comenzó a presionar a los organismos de contralor para que se tomen medidas para los que están fuera de la ley. “Formamos en Centro para luchar contra el trabajo clandestino y la procedencia de pan de otros distritos” que suelen evadir “los controles sanitarios locales”, lo que “representa un peligro para la comunidad”, afirmó el presidente del organismo, Diego Caradonti, en esa oportunidad.
En los últimos días, agentes de Bromatología comenzaron a distribuir un comunicado en los negocios que, sin ser productores de pan, venden esos productos, como ser almacenes, kioscos y supermercados.
También advierten sobre las severas multas que recibirán quienes infrinjan la ley, además de obligar a quienes vendan panificados exhibir una lista con la procedencia de la mercadería y, en caso de ser necesario, deberán mostrar ante la autoridad competente las facturas fiscales de la compra, que se descarta deberá ser en blanco.
Desde el CEPS destacaron que “la clandestinidad en la fabricación del pan está vinculada al tránsito de ese producto desde otros distritos, el cual evade controles sanitarios importantes y pone en riesgo a la comunidad que compra en esos comercios”.
Esperanza y dudas
Consultado por Al Sur, el presidente del CEPS Diego Caradonti, se mostró satisfecho por la medida, aunque dejó entrever cierta duda de cómo se llevará adelante la campaña. “Estamos felices porque esto es lo que estábamos esperando y por lo que estamos bregando desde el primer día de la conformación del CEPS” destacó el empresario, aunque se mostró escéptico de como el Municipio realizará el control, ya que Bromatología “tiene solamente dos empleados”, disparó.
“Estamos en una competencia desigual con los que fabrican el pan en forma clandestina”, afirmó Caradonti y explicó que “nosotros tenemos empleados en blanco, pagamos luz comercial y todo tipo de impuestos y se nos hace imposible competir con alguien que elabora el pan en el fondo de su casa, sin habilitación, sin las medidas sanitarias que establece el código alimentario, enganchados de la luz”.
Pero este no es el único sector que espera cambios con respecto a la venta clandestina de alimentos. Hoy por hoy -y debido a la crisis económica que atraviesa nuestro país- pululan en cada esquina puestos de tortillas, churros, choripanes o embutidos, a la vista de todos y sin que las autoridades competentes tomen cartas en el asunto.