Guernica es una ciudad pujante, con habitantes de clase media y baja que la han hecho crecer. La idiosincrasia del guerniquense es gastar su plata en los negocios locales, tal vez por eso hoy la ciudad ostenta uno de los centros comerciales más importante de la región.
Sin embargo, los gobiernos que han estado al frente del Municipio estos casi 26 años le han dado muy poco al peronense. Casi nada.
Tras la separación de San Vicente, Oscar Rodríguez (su primer intendente) recibió un distrito con un Palacio Municipal nuevo y un hospital a estrenar, construidos con fondos provinciales. De ahí a esta parte es muy poco lo que se ha hecho en materia de infraestructura.
Salvo muy raras excepciones, como los pasos bajo a nivel que unen los barrios San Pablo con La Yaya, Guernica sigue manteniendo la estructura de hace 25 años atrás. Ni Oscar Rodríguez, ni su hija Silvina, ni Aníbal Regueiro, ni Carina Biroulet han sabido gestionar ante los gobiernos Nacional y Provincial lo que el peronense se merece.
Para dar un ejemplo podemos mencionar el pésimo estado de las calles asfaltadas, que tienen la mayoría de sus losas rotas, sin cordones y que, solamente son arregladas en época de elecciones. Para dar un ejemplo de la desidia municipal en esta materia podemos hacer mención de la rotura de la avenida Arturo Jauretche a la altura de su cruce con la calle 8, que lleva más de 10 años rompiendo trenes delanteros de vehículos. Otro caso emblemático es el cruce de las calles 36 con la 5, lugar que fue roto con un martillo neumático de ésta gestión municipal hace muchos años atrás y nunca fue reparado.
Pero cada vez que llega diciembre, desde Larralde 241 se anuncia que las arcas municipales terminaron el año con superávit fiscal. ¿De qué sirve tener plata en las cuentas bancarias si el distrito se cae a pedazos?
¿Cuántos años hace que el Ferrocarril Belgrano no utiliza más las vías que unían los puertos de La Plata y Campana, pasando por la estación Numancia? Muchísimos, pero sin embargo esos terrenos siguen ahí partiendo a la ciudad por la mitad, juntando mugre y delincuentes.
En vez de convertir a esas más de 20 hectáreas en un lugar de esparcimiento para los peronenses, sigue ahí, con pastizales que superan el tamaño de una persona; con zanjas juntando basura y aguas servidas; con cañaverales que albergan a delincuentes y violadores.
¿A ninguno de los intendentes que tuvo el distrito se le ocurrió sanear ese lugar para convertirlo en el parque central de la ciudad?
Con el paso del tiempo hemos comprobado que, a ninguno de los que han tenido la posibilidad de mejorar la ciudad, lo ha hecho. No se les cae una idea.
En lo político, el actual jefe comunal Aníbal Regueiro, ha tenido la virtud de construir una oposición complaciente, que no alza la voz, que no reclama, que no realiza el trabajo legislativo. Hoy el Concejo Deliberante peronense es un lugar que no se sabe para qué existe, con un Justicialismo y un Frente Renovador que tienen un tácito acuerdo de gobernabilidad y no agresión que ha postrado al cuerpo y a la ciudad en un sueño eterno. Cambiemos, el tercero en discordia en esta historia, hace la plancha (con la excepción del radical Hernán Santana). Inclusive uno de los integrantes del bloque, Guido Giana, falta a la inmensa mayoría de las sesiones.
Los comerciantes siguen apostando al distrito, los vecinos siguen esperanzados en un cambio. Esperemos que desde la intendencia entiendan que es hora de dejar de hacer la plancha y comenzar a trabajar en serio, y no para lograr ganar una elección sino para convertir a Presidente Perón en un distrito en serio, con calles en buen estado, sin basurales a cielo abierto, con industrias y con servicios sanitarios dignos. Menos rosqueo y más gestión.