La pandemia generada por COVID-19 alteró costumbres y rituales muy arraigados en nuestras sociedades. En particular, las prácticas relacionadas con el cuidado y acompañamiento de personas enfermas por parte de sus seres queridos, se vieron profundamente transformadas dado el estricto aislamiento al que se ven sometidas las personas hospitalizadas por coronavirus.
Este escenario demanda poner en práctica estrategias institucionales que posibiliten nuevas formas de acompañamiento y sostén para evitar la soledad y angustia que podría producir en las personas afectadas el distanciamiento físico de sus seres queridos en condiciones críticas y con frecuencia, dolorosas.
Existen en la provincia de Buenos Aires algunas experiencias en las que se permitió la presencia de un acompañante a la sala de internación, bajo determinadas condiciones y siguiendo estrictas medidas de cuidado, contando siempre con el aval y aprobación de la persona internada.
Con el objetivo de promover prácticas de cuidado integrales y atentas a las necesidades de sujetos y grupos, se creó un protocolo que recupera estas experiencias y ofrece pautas para aquellas instituciones en las que -por su dinámica y capacidad hospitalaria- se cuente con las condiciones necesarias para permitir el ingreso de un acompañante, garantizando el cumplimiento de todos los protocolos preventivos.
En todos los casos, la institución deberá garantizar la disponibilidad de insumos de protección personal; la información sobre el protocolo en todos los sectores y servicios involucrados; espacios adecuados para el cumplimiento de todas las medidas preventivas; y un equipo que acompañe el ingreso, coordine con los actores involucrados, realice el seguimiento del circuito y monitoree el cumplimiento de las pautas de cuidado.
En la medida de lo posible se recomienda la conformación multidisciplinar de este equipo y la participación de los servicios de salud mental, clínica médica, enfermería y cuidados paliativos en caso que hubiese.
Requisitos
Podrán ser acompañantes, quienes sean mayores de edad; no presenten síntomas asociados a COVID-19; y no presenten condiciones de riesgo para COVID-19 (mayores de 60 años; insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria, valvulopatías y cardiopatías congénitas); enfermedad pulmonar crónica como asma moderado o severo, epoc, enfisema congénito, displasia broncopulmonar, bronquiectasias, fibrosis quística; enfermedad renal crónica en diálisis o con expectativas de ingresar a diálisis en los próximos 6 meses; diabetes; inmunosupresión; embarazadas; y personas con obesidad.
Las personas habilitadas deberán ser capacitadas en la correcta utilización de Equipos de Protección Personal (EPP).
Entre otras medidas, los acompañantes deberán maximizar medidas de higiene personal e higiene respiratoria; no compartir utensilios, alimentos ni bebidas con el paciente; utilizar barbijo quirúrgico, protección ocular, camisolín y guantes mientras dure su estadía; respetar el distanciamiento físico en todo momento que dure su estadía como acompañante.
Además, no podrá transitar por otros espacios del establecimiento. Una vez que el/la acompañante ingrese a la habitación debe permanecer allí, sin que se permita su paso por pasillos u otros lugares del hospital.
También deberán tener en cuenta que al momento de comer y/o beber, acompañante y paciente deben realizarlo en distintos momentos. Mientras uno come o bebe la otra persona debe permanecer con barbijo y mantener una distancia mínima de dos metros. En caso de pasar la noche en la habitación, deberá dormir al menos a 2 metros de distancia de la persona internada.
Una vez que abandona el hospital, el acompañante debe comprometerse a hacer el aislamiento en su domicilio bajo las condiciones previstas para toda persona considerada «contacto estrecho» según lo estipulado por el Ministerio de Salud.