San Vicente | Gran alboroto causó la desición del Municipio de San Vicente de cerrar este fin de semana la circulación de personas en la zona aledaña a la Laguna del Ojo, conforme a los protocolos por la pandemia de coronavirus en este país. Muchos usuarios se quejaban a través de las redes sociales por el impedimento de salir a pasear, una actividad que está vedada en este distrito.
En las últimas semanas, por falta de un estricto control del Municipio, la laguna sanvicentina se había convertido en un campo de entrenamiento de personas que se juntaban en grupos numerosos para realizar ejercicios, otra actividad prohibida por la ley, salvo que se realice dentro de una institución deportiva y para deportes individuales.
La falta de educación del argentino promedio hace que estas cosas sucedan. “Le das la mano y se toman hasta el hombro”, podríamos decir. La Plaza Mariano Moreno, por ejemplo, estaba abarrotada de gente, con muchas familias con hijos pequeños, lo que demuestra a las claras, la poca responsabilidad de los vecinos, que se ve reflejada en los más de 1500 infectados por COVID que tiene esta Comuna.
Pero si seguimos con los dichos populares podemos decir que “la culpa no es del chancho, sino del que le da de comer. Lamentablemente, el Municipio de San Vicente no estuvo a la altura de esta pandemia con respecto a los controles, tanto en los ingresos a las distintas ciudades como en el funcionamiento interno de comercios y actividades.
Si le vamos a comunicar a la gente que no se pueden practicar deportes vedados o acciones prohibidas, es más que necesario que se actúe con coherencia y no se permitan las actividades comerciales, como por ejemplo, la venta ambulante de distintos productos como embutidos, choripanes, tortillas asadas, entre otros, que hoy por hoy pululan por todo el distrito sin ningún tipo de control bromatológico.
La pregunta es: ¿Por qué si la comuna realiza controles en supermercados, decomisando mercadería en mal estado o vencida, no realiza los controles necesarios en estos emprendimientos que no pagan ningún tipo de impuestos, compitiendo en forma ilegal con los que sí lo hacen? Además, la higiene de la mayoría de estos puestos deja mucho que desear. ¿Esto no es peligroso para el contagio del virus?
Vemos que no existe una coherencia de criterios a la hora de habilitar actividades. Por ejemplo, cuatro personas se pueden juntar en un metro cuadrado y compartir una comida en un restaurant, pero no podrían hacerlo en una cancha de tenis, pádel o pelota paleta, mucho más amplia que una mesa y –por ende- con un mayor distanciamiento.
Una cosa es cierta: a Nicolás Mantegazza le tocó comenzar a gobernar el distrito –tal vez- en la circunstancia más difícil por la que atravesó San Vicente en su historia. Desde el Gobierno comunal se tomaron muchas medidas sanitarias para tratar de moderar la curva de contagios, como la desinfección masiva en la vía pública, el reequipamiento del hospital Ramón Carrillo o el emplazamiento de Centro de Internación Extra Hospitalarias (CIEH), entre otros. Pero, lamentablemente, no cuenta con la complicidad de muchos vecinos que no ven más allá de sus narices.