Brandsen | Cuando parecía que Atlético y Progreso y Deportivo San Vicente tendrían que definir desde los doce pasos el pase a la final del Torneo Fundación de la Asociación Metropolitana de Fútbol San Vicente, apareció Franco Capalbo para marcar el gol de la victoria y desatar la alegría en los 300 hinchas de Deportivo San Vicente que habían viajado hasta Brandsen.
El gol fue convertido a los 47 minutos del segundo tiempo, cuando faltaba uno para el final.
Pero no todo fue alegría en el conjunto sanvicentino. Cuando festejaban junto a su gente, los energúmenos de siempre aparecieron en escena. Parte de la parcialidad local comenzó a salir de la cancha por encima de los paredones y comenzaron a atacar a la parcialidad visitante con una lluvia de piedras, que impactaba en la humanidad de muchos hinchas, que para su desesperación, no sabían de dónde venían los proyectiles.
Muchos hinchas de Deportivo terminaron guareciéndose en el vestuario junto a sus jugadores, ante la total inacción policial, que fue desbordada y no sabía qué hacer.
Mientras tanto, cuando la terna arbitral abandonaba el campo de juego, uno de los jueces de línea fue alcanzado por un proyectil, que impactó en su cabeza.
Es hora que la Liga se ponga los pantalones largos y comience a actuar como es debido. Basta de esconder los hechos de violencia y comience a erradicar a los violentos de las canchas.
No es la primera vez que la gente de Atlético y Progreso produce desmanes, sino recordemos en clásico con Mandarina jugado en “La Fortaleza”, donde se cansaron de tirar piedras a la hinchada loca; o los encuentros con Empalme San Vicente, donde actuaron utilizando la violencia de local y de visitante; o la semana pasada en cancha del Deportivo, donde todo se desmadró en el final.
El Tribunal de Disciplina tiene que actuar con mayor dureza en este caso y no hacer la vista gorda como hicieron en el encuentro entre Campos Largos de Longchamps y Estrella de Sur, donde un jugador de Estrella tuvo que ser hospitalizado, y a los autores del ataque le dieron solamente dos años de suspensión cuando tendrían que haber sido suspendidos de por vida.
Si los clubes no pueden erradicar a la violencia y a los violentos de su seno, que jueguen sin público y sientan es sus bolsillos su inoperancia.
En lo estrictamente deportivo, el Deportivo San Vicente tendrá que enfrentar en la final -ida y vuelta- a Defensores de Glew, que en el día de ayer se había convertido en el primer finalista del torneo, al vencer por 3 a 1 a su homónimo de Domselaar.