La escasa y limitada interacción con los otros es una característica de los niños y niñas con autismo. Por ello, los adultos debemos estimularlos sobre cómo empezar a jugar, cómo participar jugando y cómo orientarlo en el aprendizaje del juego.
Uno de los modos de captar su atención consiste en imitar los movimientos o juegos que el niño y niña realiza. Ello permitirá nuestra interacción y facilitará el contacto.
Los juegos de contacto corporal y los sensoriomotores (como apoyar las manos embadurnadas con pintura sobre el papel, las hormiguitas que recorren el cuerpo o cantar y bailar con movimientos de distintas partes de su cuerpo) serán un motivo para comunicarnos, siempre que sean atractivos, y provocará la emergencia del juego por imitación.
Es muy importante, asimismo, enseñarle a jugar con juguetes maleables, como aquellos de trapo y movibles, que integraremos al ponerle un nombre. De ese modo, aprenderán a modelar y asimilar en repetición. Esta rutina genera confianza y seguridad porque sabrá que pasará.
Otro de los juegos que facilitan la comunicación y el esbozo de una sonrisa es anticipar lo que va a ocurrir. Por ejemplo, cuando decimos “vamos a hacer burbujas”, las iniciamos y jugamos con el niño y la niña, lo que generará el deseo de continuar y ampliar el juego.
Debemos tratar de hablar con voz suave y baja. Las palabras deben ser sencillas y los movimientos lentos y suaves, con sonrisas y un contacto con ternura a menudo. También podemos buscar el contacto visual. Todo esto hará una experiencia positiva, atractiva, divertida y estimulante.
La repetición rutinaria del juego, en un modo estructurado, motivará la pronta flexibilización. Es importante integrar a la familia en los juegos, ya que tiene como fin que también pueda jugar en casa y luego con otros niños y niñas.