Ante la ola de amenazas de explosión de bombas por parte de alumnos del mismo establecimiento educativo, me pregunto: ¿Por qué hay niños y adolescentes que están en permanente actitud desafiante contra las autoridades para demostrarse a sí mismos y a los que los secundan hasta dónde es posible llegar? ¿Cómo responder a esta demanda de límites?
Es necesario que las autoridades de la Dirección General de Cultura y Educación (DGCyE), así como los Ministerios de Educación provincial y nacional, generen y apliquen medidas para que estudiantes, docentes y padres tomen conciencia de lo que representa realizar amenazas a una escuela.
El establecimiento escolar es el espacio donde permanecen nuestros hijos y hacia el cual desplegamos nuestra confianza al saber que serán cuidados en modo extremo. Allí también aprenden, forman y socializan.
Amenazas de estallidos de bomba (las más de las veces, intimidatorias y no ciertas) obligan a las autoridades escolares a cortar las calles, evacuar la escuela e inclusive a la participación de especialistas en explosivos.
La interrupción de la actividad escolar, provoca tensión y mucho nerviosismo. Muchos son los alumnos que intimidados no quieren volver a clase y manifiestan trastornos de pánico.
¿Cómo detectar quien realiza esas llamadas? Si la Justicia actúa con rapidez a través del entrecruzamiento telefónico, puede identificar al autor o a los autores de esos llamados.
Es muy importante impulsar charlas educativas en los colegios junto con peritos y fiscales, a fin de que tanto los alumnos como los docentes sepan cómo actuar ante una amenaza de bomba.
Las medidas de sanción aplicadas contra los autores por parte de las autoridades escolares como así también la proveniente de la comunidad estudiantil son ejemplificadoras. Muchos alumnos quedaron libres cuando las autoridades de los establecimientos escolares resolvieron aplicarles 25 amonestaciones, aunque otros resolvieron la expulsión del alumno, en función de la gravedad de los hechos.
En estas acciones también podemos comprobar que en el hogar no está definido la relación asimétrica adulto-joven/niño o padre/madre- hijo, una situación que se hace extensiva hacia todos los espacios que frecuente. Es que la educación, el cómo debemos actuar, se inicia en casa.