La necesidad de estar conectado a internet y en constante interacción a través de las redes sociales es tan irresistible como la de fumar o beber alcohol. Sin embargo, la situación puede tornarse conflictiva cuando no somos capaces de desconectarnos o no podemos pasar más de una hora sin mirar el celular.
Cada vez son más los momentos en que este dispositivo es parte activa de nuestra vida cotidiana. Esto se evidencia en las mediciones estadísticas que registraron que una persona hiperconectada puede llegar a trabajar hasta 240 horas más al año, por lo que podría afirmarse que la relación con las redes sociales se mantiene incluso por encima de la comida y el sueño.
De este modo, la tecnología -que debiera ser facilitadora en la comunicación y el acceso a la información- se convierte (o mejor dicho la convertimos) en factor de riesgo por su impacto en exceso. ¿Cuál es nuestra responsabilidad cuando no podemos poner límite?
Si al observar tus redes sociales, notás que la vida de los demás te afecta, es el momento de pensar si estás pasando muchas horas en internet o con el teléfono en la mano. Si es así, tal vez es necesaria una menor hiperconexión. El asesoramiento psicológico puede contribuir a que la persona sepa de qué manera desconectarse, salir afuera y disfrutar.