San Vicente | Este año, el Día de la Bandera fue diferente en San Vicente. Además de no haber un acto protocolar por la pandemia, los sanvicentinos nos despertamos con la noticia de que el Municipio comandado por Nicolás Mantegazza le había revocado el permiso de habilitación a la avícola Avicomar, ubicada en el corazón del barrio Santa Inés de San Vicente. Esta era una reivindicación para cientos de vecinos de ese barrio, que venían luchando desde hace años, en contra de la proliferación de moscas que causaba esta empresa.
Con bombos y platillos, el Municipio anunciaba la revocación del permiso, indicando que “en cumplimiento del Decreto 580, el intendente Nicolás Mantegazza declaró la caducidad de la habilitación, concedida para la producción y explotación comercial de huevos”. La normativa manifestaba, además, que “por abandono edilicio e incumplimientos reiterados de la observancia de las correctas prácticas pecuarias, generaba gran cantidad de moscas, que afectaban a vecinos de las inmediaciones, poniendo en riesgo la salud de quienes durante años han reclamado la intervención estatal para que cese la problemática”.
Además del cese de actividades en el establecimiento, el decreto emplazaba “a efectuar el despoblamiento de las aves en un plazo máximo de 15 días corridos” a partir del día 21. Por otra parte, se había impuesto bajo apercibimiento de Ley, garantizar la salubridad del predio y de los animales durante el término de despoblamiento, quedando absolutamente prohibida la comercialización de los productos, bajo apercibimiento de incurrir en el delito de Desobediencia, según el artículo 239 del Código Penal.
Hasta ahí todo perfecto, pero el diablo metió la cola y, ni los medios de comunicación ni los vecinos, se enteraron. Parece ser que, entre gallos y medianoche, la diputada provincial Natalia Sánchez Jáuregui salió a defender a los cinco trabajadores que se desempeñan en ese establecimiento, en detrimento de los cientos de vecinos de barrio que deben soportar a diario las miles de moscas que este criadero produce.
Hubo una marcha atrás con la medida y Avicomar continuó funcionando, sin hacer demasiado ruido para “no levantar la perdiz”. Pero llegaron los primeros días con temperaturas elevadas y con ellos comenzaron a proliferar nuevamente las moscas, dejando en evidencia la continuidad productiva de la avícola cuestionada.
¿Era tan difícil informar a la población de que habían claudicado con la medida? ¿O habrá sido otra “genial” idea del área de Prensa municipal comandada por la inefable Lorena Brito? Los departamentos de comunicación municipales están obligados a informar todo lo que sucede dentro del ámbito comunal, no solamente lo que genere un visto bueno en la opinión pública. Y cuando un intendente toma una medida, él y todo su equipo, la tienen que defender a rajatabla y no ceder ante las presiones de personajes que quieren estar “con dios y con el diablo”.