San Vicente | Ayer por la mañana se produjo la reapertura de la capilla “Nuestra Señora de la Merced”, ubicada en Presidente Illía y Lorenza Álvarez, en San Vicente. Con una misa encabezada por el cura de la Parroquia San Vicente Ferrer, Federico Piserchia, se puso fin a años de abandono que había sufrido esa casa de oración enclavada en el barrio La Merced.
Hasta la década del ’80, ésta era la única capilla de San Vicente y si bien está ubicada a escasas 30 cuadras de la Parroquia San Vicente Ferrer (de la cual depende), ese barrio era considerado rural, hasta que en los ’90 se construyeron los barrios Eva Perón y Pueblo de la Paz, que le dieron un impulso inmobiliario a la zona.
Esta capilla fue construida en la década del ’40 junto a una escuela rural. Está ubicada a una cuadra de la plaza del barrio y a 300 metros de la Autovía 6. Obtuvo un impulso importante durante el curato del padre Eduardo Maffía, pero tras su trágica muerte, prácticamente fue abandonada.
A comienzos de este siglo, se obtuvo un subsidio del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires para reparar su techo y sus aberturas, pero nuevamente quedó prácticamente abandonada.
Al Sur Web dialogó con Piserchia, quien relato los pormenores de la puesta en valor de este edificio histórico para el patrimonio del distrito. “Cuando llegue a San Vicente, en 2017, me puse como meta restaurar esta capilla, la más importante que tiene San Vicente”, explicó el sacerdote. “En agosto de este año, un grupo de vecinos del lugar se acercó a la Parroquia y nos pusimos de acuerdo para empezar a trabajar”, sumó Piserchia.
⇒TAMBIÉN PODÉS LEER | Homenaje a la aviadora sanvicentina Carola Lorenzini
Desde agosto a esta parte pusieron manos a la obra, y con la colaboración de vecinos, fieles de la parroquia y hasta allegados de la Basílica Nuestra Señora de la Merced de CABA, le dieron forma al proyecto.
Ayer por la mañana, un micro acercó a niños y jóvenes de la comunidad y fieles en general para celebrar la santa misa y luego compartir un almuerzo que consistió en choripanes y hamburguesas.
Quienes restauraron el edificio tuvieron que reparar rajaduras en la pared, colocar nuevas cerámicas y pintar tanto el interior como el exterior del octogenario edificio. Ahora está en manos de la comunidad religiosa de la ciudad y los vecinos del barrio de convertir a la capilla Nuestra Señora de la Merced en un lugar de encuentro, de aprendizaje y de comunión con sus creencias.