El consumo en escalada de psicofármacos genera una adicción de la que es muy difícil salir. Estas sustancias alivian los síntomas a corto plazo pero su consumo a lo largo del tiempo puede causar daños cerebrales como pérdida de la memoria, desidia o falta de interés.
Un psicofármaco es una sustancia química que ejerce una cierta influencia en los procesos de la mente. Estos agentes inciden en el sistema nervioso central y pueden modificar desde la conciencia hasta la conducta, pasando por la percepción.
Lo que también sucede con su consumo es que “cubren” la causa que provocó el síntoma, por lo que se torna más dificultoso para los profesionales acercarse al núcleo que lo causó.
Otro efecto es la necesidad de incrementar el uso de la sustancia, ya que tiende a tornarse inconsistente en su duración y eficacia, por lo que la persona experimenta la necesidad de aumentar su consumo para prologar los efectos por más tiempo. En caso de perpetuar esta conducta durante un plazo considerable de tiempo, suelen producirse alteraciones en la función neuronal, lo que hace que el cerebro comience a funcionar de manera cualitativa y cuantitativamente distinta respecto de su estado normal.
Diferente sería si trabajamos de manera adecuada las razones y causas del conflicto que dio lugar al síntoma y en muchos casos el síndrome (conjunto de síntomas). Se trata procesar el causal de la conflictiva, que afecta nuestra salud mental, sin intervención farmacológica.
Antes de recurrir a “remedios mágicos”, es necesaria y conveniente la consulta. Es importante la prevención de aquellos efectos que muchas de las veces son consecuencia de la automedicación.