El juego es esencial para el desarrollo óptimo del niño, niña y adolescente, ya que contribuye a su bienestar físico, social, cognitivo y emocional. También permite la interrelación entre padres e hijos, abuelos y nietos, docentes y alumnos, así como con aquellas personas que se ocupen de su cuidado y contención.
El juguete es una herramienta de juego e interacción. La evolución de la sociedad provocó que padres y docentes comiencen a preguntarse cuáles son los muñecos o elementos que van a facilitar el desarrollo temprano del cerebro en el niño.
Un juguete implica posibles efectos beneficiosos o dañinos, como puede ser el caso de los que provocaban intoxicación cuando los bebés se lo llevan a la boca al hacer el reconocimiento.
Al pensar sobre cuáles elementos de juego y actividades posibilitarán el aumento de la riqueza en el lenguaje, la resolución de cuestiones problemáticas y la creatividad, tanto en relación con otros niños, adultos o jugando solo, los padres deberán tener en cuenta la importancia del mismo en el desarrollo psicofísico y el funcionamiento ejecutivo del niño.
¿Por qué? El elemento que agrupe ambos aspectos permitirá que el niño pueda criticar y cuestionar el juego, lo cual derivará en el éxito educativo; los padres reconocerán más tempranamente las experiencias infantiles en el hogar y en los lugares que facilitan el desarrollo del cerebro; y promoverá la buena salud psicológica y física.
En la actualidad, optar por la compra de un elemento de juego con las características mencionadas es una tarea mucho más fácil, ya que hay una mayor comercialización de los “juguetes educativos” que facilitan y mejoran las experiencias tempranas del mundo infantil.
Si un niño y adolescente no juega, es importante averiguar por qué la falta de esta actividad irreemplazable que fomenta el aprendizaje del niño y su posterior maduración. Una consulta con un profesional podrá ser de ayuda a la hora de responder esta interrogante.