San Vicente | Luego del pomposo anuncio municipal sobre la implementación de operativos de control de tránsito, dirigidos especialmente a motovehículos que circulen fuera de la reglamentación vigente, comenzaron los tibios controles de tránsito en el distrito, realizados en conjunto por el diezmado grupo de inspectores de tránsito municipal y la Policía Bonaerense.
Los mismos estuvieron supervisados por la titular de la Comisaría Primera de San Vicente, la subcomisaria Lucía Vázquez, una funcionaria a la que le queda grande el cargo que ocupa. Esta señora no tiene la mínima idea de realizar un operativo de tránsito, totalmente anunciado, sin variantes y en donde los motociclistas en infracción, lo eludían abiertamente.
No es mi intención inmiscuirme en asuntos que corresponden al área de Protección Ciudadana municipal, pero el intendente Nicolás Mantegazza debería dar un giro de 180 grados en esa cartera. Estos cambios tendrían que comenzar por sustituir a su titular, la ex comisaria Mabel Rojas. Esta señora llegó con todos los pergaminos a este cargo, pero a lo largo de su gestión, muy pocas veces se la ha visto trabajando.
Como vienen desarrollándose las cosas en el distrito, se necesita un funcionario con –sobre todo- ganas de trabajar. Los jóvenes en moto fuera de regla, con caños de escapes libres, sin luces, sin casco y con vehículos de dudosa procedencia han tomado por asalto la vía pública, ante la total pasividad de la policía y de las Patrullas Municipales, que siguen dando vueltas y vueltas sin resolver nada.
Además, con un cuerpo de inspectores diezmado, como el que tiene la Comuna, es imposible realizar operativos de calidad. En la jornada de ayer, mientras se realizaba el operativo, se detenía a motociclistas que -a simple vista- tenían los papeles en regla y cuando pasaban jóvenes sin casco y a altas velocidades, “se miraba para el otro lado”.
El semáforo de 25 de Mayo y Sarmiento (por citar un caso), se convierte en horas de la tarde noche, en una competencia de pelotudos en moto, que juegan a quien hace más ruido, a quien realiza el “willy” más largo o quien viola el semáforo en forma más peligrosa. Y la señora Rojas no es capaz de poner un control permanente en los alrededores para evitar este problema.
Es que una persona que está todo el día en su casa y no sale a recorrer su jurisdicción, muy poco puede saber de lo que sucede en su distrito.
Este problema acarrea también consecuencias con el Polo Gastronómico local, donde en muchos casos, hay comensales que ante tal descontrol, prefieren irse a otro lado a almorzar, cenar o tomarse un café.
Otro tema a tener en cuenta son los repartidores de comidas. Los delíverys en San Vicente dejan mucho que desear, con motos totalmente fuera de regla, con escapes libres, sin luces, sin espejos y sin la caja para transportar la comida en forma higiénica. Y con el clásico “déjalo, está trabajando” se continúa alimentando esta horrible parafernalia que tenemos que soportar los sanvicentinos.
Esperemos que estos atisbos de operativos sean el principio de algo mejor planeado, con más logística que un patrullero, dos policías y un inspector de tránsito, que muy poco pueden hacer contra estos forajidos.