Hay cosas que parecen increíbles en San Vicente, como el hecho de que un concejal tenga que redactar un proyecto de resolución para que Ejecutivo municipal controle y multe a los automovilistas que estacionan en una plazoleta (“Viejo tranvía” en la curva La Estelita), cuando esta acción debería ser natural por parte del cuerpo de inspectores de Tránsito. Sin embargo, no lo es.
Al comienzo de la gestión del actual Gobierno municipal, tuvimos que fogonear y escribir varias notas hasta que las autoridades se dieron cuenta que estacionar en los bulevares de las avenidas centrales de la ciudad cabecera era una infracción. ¿Estacionar en un paseo público no es lo mismo? ¿Hace falta que un edil tenga que hacérselos notar cuando los móviles de Tránsito pasan a cada rato por ese lugar?
San Vicente tiene el plantel más numeroso de la Dirección de Tránsito en su historia. A pesar de esto, el control urbano es un desastre. No se controla nada en este distrito. Las motos con escapes libres y a alta velocidad, los camiones que rompen las pocas calles sanas que quedan y los autos estacionados en cualquier lugar son las habituales postales de un Municipio que está pensando más en las elecciones del año próximo que en mantener ordenadas las calles.
Los motociclistas que rompen la tranquilidad con escapes libres, haciendo piruetas, sin cascos, a alta velocidad, sin patentes, sin seguros y tirando cortes de encendido, son parte del paisaje sanvicentino, tanto como lo son los inspectores de Tránsito, viéndolos pasar y sin hacer nada.
La mayoría de estos energúmenos son delivery de algunos comercios de comidas del casco céntrico. ¿No estaría bien emplazar a estos comerciantes para que no empleen a vehículos fuera de regla?
Las motos sin espejos no pueden circular. Las motos con más de dos ocupantes no pueden circular. Las motos sin luces no pueden circular. Motociclistas sin casco no pueden circular. Motos con escapes que no sean normalizados o estándar no pueden circular. Los cuatriciclos no pueden circular. Motovehículos sin papeles ni seguro no pueden circular. Sin embargo, en San Vicente sí lo pueden hacer, al aparente amparo de las autoridades.
Otros que tienen vía libre para hacer lo que sea son los camioneros. Pasear por el casco céntrico con toda la carga completa es otra de las postales. La única vía preparada para recibir semejante peso es la avenida Almirante Brown en San Vicente, pero podés encontrarte con un camión rompiendo todo en cualquier calle sanvicentina.
En la Fiesta de la Mozzarella, el intendente Mauricio Gómez dejó deslizar en una nota con este medio que la avenida Rivadavia entre Aristóbulo de Valle y la Ruta 58 estaba mal hecha por el gobierno anterior. Mentira. Rivadavia sólo está mal controlada. Por allí, ingresan y egresan vehículos de gran porte durante todo el día a pesar de que esa vía no está preparada para soportar el peso.
El resultado es que este importante acceso a la ciudad está deteriorándose, debido a la desidia del actual Gobierno municipal. Algunos mal intencionados podrán decir que integrantes de Cambiemos poseen empresas de transporte y que por eso no se controla. No me atrevería a afirmarlo pero lo cierto es que estos vehículos pululan por todos lados y estacionan en cualquier parte, más allá de la ordenanza que lo prohíbe. Ah, cierto que las ordenanzas no son algo que esta Gestión haga respetar.
También es verdad que quienes utilizan motos sin documentación y escapes libres así como los camioneros que rompen a diario nuestras calles, votan. Pero los vecinos que queremos vivir con tranquilidad, sin ruidos estridentes, con calles sanas, sin impedimentos para circular, también votamos. A ponerse las pilas y a gobernar para todos.