¿Es posible lograr un control sobre nuestra vida a partir de las valoraciones de nuestras opiniones y creencias de parte de las personas que son significativas efectivamente para nosotros?
La vida cotidiana y las expectativas sobre lo que se espera de uno mismo influyen de manera notable para que nos comportemos de una forma determinada.
Al contar con una mirada amorosa y estimulante de nuestros padres o una palabra de elogio de nuestros maestros sobre nuestras habilidades, capacidad y esfuerzo para aprender, interpretar o realizar aquello que nos proponemos, producen efectos visibles y transferibles a nuestra autoestima, que serán remarcables en nuestro futuro funcionamiento personal.
En otras palabras, las muestras de afecto y de confianza, sin generar falsas expectativa, serán los ejes que nos permitirán lograr los objetivos que nos hayamos propuesto y la valoración de nuestra propia autoestima. Esto también producirá que la persona cuente con la firmeza y la convicción para encarar las situaciones de la vida y buscar la mejor solución.
La autoestima se construye con los efectos que producen gozar de la confianza de nuestros allegados, tanto en la vida diaria como a nivel educativo, laboral, social, familiar o personal, lo que permitirá que la cada uno manifieste las mejores perspectivas sobre nuestra manera de ser y desenvolvernos.